:En la actualidad, usualmente se piensa en
el té como una bebida tradicional inglesa. Sin embargo, su historia se remonta
más allá en el tiempo y en la geografía. Dos son las leyendas que se han
popularizado. La primera, habla de su origen Chino. Cuenta que mientras el
emperador Shen-Nung hervía agua a la sombra de un árbol silvestre,
accidentalmente, se cayeron unas hojas dentro de su olla. El emperador decidió
probar esa infusión producto de la casualidad y encontró que se sentía a gusto.
De esta manera nacía la primera taza de té. La otra leyenda, de origen
japonesa, cuenta la historia de un monje indio que había decidido peregrinar
hacia el Norte, con el propósito de predicar el budismo a lo largo del camino.
Durante su viaje, el monje decidió no dormir y así dedicar todo el tiempo a la
meditación. Pese a su voluntad, un día el monje se quedó dormido. Cuando
despertó, la ira y la decepción lo llevaron a cortarse los párpados con un
cuchillo y enterrarlos en la tierra. Tiempo después, en ese mismo lugar brotó
un arbusto cuyas hojas, si las bebías, te mantenían despierto. Bodhidharma
continuo su viaje hasta Japón compartiendo con todos los demás monjes el
conocimiento que había adquirido y así de esta manera cualquiera que quisiese
meditar podría mantenerse despierto. Ahora bien, ¿cómo llega entonces el té a
convertirse en una infusión popularmente conocida y preparada en Europa? Recién
para mediados del siglo XVI se hallan las primeras menciones hacia esta bebida entre los europeos (la mayoría de ellos,
portugueses aunque se sabe que Holanda fue una de las primeras naciones que
comercializó dicho producto). El comercio entre Europa y Asia, desde tiempos
inmemoriales, permitía mantener una conexión entre ambos continentes no sólo a
nivel económico y político (mediante las colonias) sino también gastronómico.
Al igual que ocurrió con América, muchos de los sabores que experimentaban en
Europa, provenían de tierras muy lejanas. El té era uno de ellos. Al principio,
debido a las largas distancias que había de recorrer, lo cual encarecía su
precio, se mantuvo como una bebida exclusiva para los más ricos (y prohibitiva
para los más pobres). Poco a poco, con el aumento del comercio y las
teconologías en la navegación y transporte, el té se fue haciendo más accesible
hacia otros sectores sociales. Incluso en la actualidad, la tradición ha
conseguido expandirse y popularizarse de forma tal que países tan distantes
como Kenia (en África) o Argentina (en América), se encuentran en las listas de
los primeros productores de dicha infusión. Nuestro proyecto, Sertvir Té apunta
precisamente a continuar con esta expansión. Creemos que el té es una bebida
mágica, que alimenta el alma y el cuerpo. Una taza de té es una experiencia
única, y por ello queremos Servir Té y Servir Te.
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